María Antonieta Cano, Tribuna Magisterial, Bogotá, agosto de 2011


En el sistema educativo colombiano ya no se forma para la vida sino que se capacita para el trabajo. La política gubernamental se ha empeñado en propalar que no hay saberes, ni valores, ni ciencia, ni artes, ni humanidades; que lo que se debe es entrenar a los estudiantes para su inserción en el mundo laboral de acuerdo con las necesidades del mercado. Y es en este marco, en el de la globalización, el de la competitividad y la productividad, donde se crea un Observatorio Laboral para la Educación y se constituye un –SFNT- Sistema Nacional de Formación para el Trabajo, dos herramientas que el gobierno neoliberal de Santos usa para suministrarle a los empresarios, generalmente extranjeros, la mano de obra que requieren.

Es así como la bancada santista presenta en la Cámara de Representantes el proyecto de Ley 054 por medio del cual se pretende crear el Programa Nacional para el Fomento y Fortalecimiento de la articulación entre la Educación Media, la Técnica y la Superior. Una propuesta que profundiza la política de articulación contenida en la ley 1064 de 2006, en el marco de la mal llamada Revolución Educativa de Álvaro Uribe Vélez.

PResulta paradójico que sea precisamente en Colombia, uno de los seis países más desiguales del mundo, donde instrumentos como el Observatorio Laboral para la Educación y el Sistema Nacional de Formación para el Trabajo se empleen imponiendo conceptos pedagógicos que descartan la formación en valores, en el conocimiento universal, la literatura, las artes, los deportes, aspectos tan necesarios para la formación integral del ser humano y para el desarrollo nacional y sean los preceptos neoliberales como la capacitación del “capital humano” que reduce a los estudiantes al nivel de un simple recurso más, los que se terminen implementando.
Y es más absurdo aún que se presenten proyectos de ley como el 054 de articulación, una política que ha sido impuesta con el gastado argumento de disminuir la brecha que hay entre los estudiantes de educación media y los que acceden a la educación superior, con un acceso cada vez más restringido, debido a los altos costos en las universidades privadas, a la oferta insuficiente en las públicas y a la escasez de subsidios y de becas. Educación superior que hoy está siendo amenazada de muerte por el proyecto de Ley Santista que contempla elementos tan cuestionados, como: el ánimo de lucro en las instituciones de educación superior, la desfinanciación estatal, el vínculo con el sector financiero y el fomento del subsidio a la demanda que denotan el propósito gubernamental de entronizar una concepción que promueve un modelo de universidad como empresa, tomada por el capital financiero que trata a la educación como mercancía.

Por eso la articulación está dirigida principalmente a los estudiantes de los estratos uno, dos y tres, que son quienes presentan mayores dificultades a la hora de continuar con el proceso de formación superior y para quienes el gobierno y las multinacionales tienen preparado un proyecto educativo basado únicamente en las denominadas competencias laborales.

Este proyecto de Ley 054, se le plantea al país en medio del continuismo de la política de “Confianza inversionista”, por parte del gobierno de Santos. El gobierno plantea textualmente “Los planes de estudio deben integrarse con el sector productivo que garanticen mediante la formación en competencias laborales el desarrollo y consolidación de sistemas de educación y formación articulados y coordinados requeridos por el mercado del trabajo” palabras más, palabras menos, el enfoque debe dirigirse hacia los ejes de la economía nacional: minería, infraestructura, agricultura, vivienda e innovación, las llamadas locomotoras del santismo para jalonar el desarrollo, que no son otra cosa que la reedición de las mismas palancas económicas que a lo largo del uribiato provocaron el actual desastre que vive Colombia
Un rápido vistazo lo demuestra: Los indicadores sociales y económicos prueban la magnitud de la crisis y demuestran el absoluto fracaso de lo que ahora se expone como panacea: caída en picada de las exportaciones, excepto los minerales y materias primas de la economía neocolonial; tasas de desempleo absolutas superiores al 12%; escandalosos porcentajes de pobreza e indigencia; precarización del trabajo como factor de competitividad, con las sucesivas reformas laborales de los últimos 20 años, tercerización a través de los contratos sindicales, temporalidad y las Cooperativas de Trabajo Asociado, y la extendida informalidad a la que ha sido empujada más de 60% de la población laboriosa.

La enseñanza por competencias se fragua en el marco de la globalización y sirve a los intereses de las potencias en su propósito de utilizar la mano de obra del tercer mundo. El TLC de Colombia con Estados Unidos requiere aún más de herramientas como el Observatorio Laboral para la Educación, el Sistema Nacional de Formación para el Trabajo y obviamente estos monopolios están ansiosos de que se apruebe de una vez por todas este proyecto de Ley 054, que les sirva para instruir la mano de obra, cada vez más pauperizada como producto de las reformas laborales, una mano de obra barata, que se hace necesaria para el mundo de la maquila y las multinacionales.

Ahora se trata no sólo de un sometimiento a los designios económicos, militares y políticos del imperialismo norteame¬ricano y sus multinacionales, sino también, al colonialismo intelectual que significa el sometimiento al monopolio en materia de patentes de primeros y segundos usos, a los acuerdos de propiedad intelectual y a las dosis de ciencia, tecnología y conocimiento que las multinacionales del saber nos quieran proporcionar en los paquetes educativos. Igualmente, la estandarización de la educación básica y media, la reducción de los objetivos del sistema educativo a la formación de las llamadas competencias básicas de argu¬mentación, interpretación y proposición; o a las competencias laborales del SENA; o a las competencias ciudadanas en las ciencias sociales; junto con la adopción del constructivismo pedagógico, el arrasamiento de los derechos y la condición profesional de los maestros y consecuencialmente, los énfasis en lectura, escritura y matemática, configuran con todo, los elementos básicos para el sometimiento de la educación co¬lombiana a los designios imperialistas en los marcos del TLC.

Para tal efecto se establecen convenios con programas de capacitación del SENA o con los centros de educación no formal privados, denominados por la ley 1064 de 2006, de forma eufemística, como “centros para el trabajo y de desarrollo humano”. El SENA, por su parte, la principal institución con la que los colegios han pretendido articularse, tiene una capacidad limitada, tanto en áreas como en recursos, y la tasa de continuidad en cadena de formación no corresponde a las expectativas planteadas ya que no supera el 40% y da al traste con las publicitadas pretensiones que se planteaban inicialmente.

La educación técnica y tecnológica es una de tantas alternativas válidas que hay en la formación de los estudiantes que cursan los grados décimo y once, siempre y cuando ésta cuente con personal docente cualificado en las áreas de enseñanza, dotación, laboratorios, equipos, talleres, centros de documentación y demás recursos necesarios para una formación de calidad.

Pero las limitaciones que se presentan con el SENA han llevado a que las instituciones educativas deban firmar convenios con los “centros de garaje”. Estos son entidades pequeñas, con bajas tasas de inversión en infraestructura y demás elementos básicos para una formación calificada, con espíritu de ganancia donde la enseñanza juega una función secundaria.

Con la articulación el gobierno neoliberal de Santos lograría el máximo de rentabilidad en la ecuación costo-beneficio: la mano de obra abundante y barata; mal o medianamente calificada, con Certificados de Aptitud Profesional que no les permiten mayores gabelas a los jóvenes trabajadores, y que está disponible en todas partes; sin derechos cívicos, políticos, sociales o culturales; plenamente utilizable bajo métodos absolutamente flexibles y constreñida a vivir en los ghettos del tercer mundo por las durísimas leyes de migración que configuran la mejor antítesis de las falacias de la globalización imperialista: libre circulación de los exceden¬tes de bienes y servicios de las potencias hacia la periferia y restricción sin límites al tránsito de personas, sobretodo, de la periferia hacia las potencias neocolonialistas.

Esta situación de precariedad descrita, causada por la articulación, contrasta totalmente con la educación de élite que reciben los sectores sociales con mayores ingresos. Este modelo, incubado por Uribe y ahondado por Santos, reproduce en el área educativa la desigualdad que se expresa en todos los campos de la sociedad colombiana y, al contrario de la propaganda oficial, antes de cerrar la brecha la agranda por generaciones. Es decir, educación pobre para pobres y educación de alto nivel para ricos.

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