Ariel Carpio, OCE Atlantico, Cartagena,19 de Enero del 2010


Recientemente, la presidenta del Icetex, Marta Lucía Villegas, anunció una inversión de 791 mil millones de pesos para nuevos créditos educativos en el 2011, lo que representa un aumento del 14.6% con relación al 2010. Esta noticia estuvo acompañada de otro anuncio: la disminución de las tasas de interés del crédito del 12 y 16% al 4 % anual. Estas dos informaciones, presentadas por la funcionaria con alborozo ante la opinión pública y que buscan poner al gobierno Santos como benefactor de los pobres, que de este modo “podrán acceder a la educación superior”, no es más que la continuación de la política privatizadora de la educación superior y de endeudamiento del país que viene agenciándose en Colombia desde hace dos décadas y que con denuedo profundizó el anterior gobierno de Álvaro Uribe.

El aumento de los recursos de la entidad y estos cambios en la forma del crédito educativo, que incluye financiación del 100% de la matrículas a los estudiantes de bajo estrato y condonación de parte de la deuda, tiene que ver con el interés del gobierno Santos de facilitar el acceso al crédito del Icetex con el fin de expandir, de un modo artificioso, la cobertura en educación superior, siguiendo en este sentido la senda trazada por su antecesor Álvaro Uribe.


Buena parte de los 791 mil millones de pesos convertidos en 53.857 créditos educativos anunciados para este año se concentrarán en los estratos bajos de la población. Por ser numerosos y por adaptarse mejor al perfil que se quiere formar, técnico y tecnológico, estos estratos constituyen para el gobierno la base de la nueva cobertura que se pretende crear que, según estimativos oficiales, alcanzará los 225.145 nuevos estudiantes.
De ahí que para este año y los venideros las ofertas sean en apariencia generosas para los estratos pobres. Se habla de créditos de sostenimiento de 630 mil pesos semestrales y condonación del 25% de la deuda a los estratos 1 y 2 del Sisben, y de la financiación del 100% de la matrícula a los estudiantes en los Centros Regionales de Educación Superior, Ceres. Y son generosos en apariencia, porque el énfasis de la propaganda gubernamental se centra en el acceso al crédito pero no en la etapa de cobro. La disminución del 12 al 4% se realizará mientras el deudor está estudiando. Luego, queda claro, las tasas retornan a su estado original del 12% para programas profesionales y de 8% para técnicos y tecnológicos, manteniéndose intacto el esquema privatizador de estudie ahora y pague después. Peor aún, la feria de créditos educativos y el aumento de la demanda de jóvenes Icetex fomentará el crecimiento en el costo de las matrículas para el 2011 y los años próximos tanto en las instituciones privadas como en las públicas, lo que encarecerá aún más el monto de la deuda de los estudiantes graduados. La estrategia es clara: endeudar a los pobres y volcarlos a la formación técnica y tecnológica para forzar la ampliación de la cobertura y de este modo poder el gobierno Santos fanfarronear con las estadísticas mostrando aparentes buenos resultados en esta materia.
De otro lado, la focalización de los créditos en la educación técnica y tecnológica y el consecuente fortalecimiento de estos niveles de enseñanza corresponden a los requerimientos de la globalización neoliberal en la actual época. Ya el Ministerio de Educación Nacional, que monitorea a los egresados del país a través del Observatorio Laboral, ha planteado que el sector productivo del país requiere más técnicos y tecnólogos y menos profesionales, precisamente lo que se pretende en el marco de una economía tercermundista y globalizada, que viene siendo acondicionada para la maquila y las necesidades de mano de obra barata.
Pero esta cobertura que se está forzando metiendo a los más pobres a endeudarse para poder recibir educación se hace en detrimento de la calidad, pues gran parte de la cobertura técnica y tecnológica se amplía fortaleciendo los llamados Ceres, que en los últimos años han venido proliferando en barrios pobres, veredas y municipios apartados del país, donde se imparte una educación en condiciones difíciles, en hacinamiento, sin acceso a programas de bienestar, sin contar con bibliotecas y demás infraestructura académica y tecnológica y con docentes mal pagos y contratados a destajo. Esta situación preocupa dado que de este modo avanzamos cada vez más hacia un país cuya educación es pobre y para pobres.
Afecta también la calidad el hecho de que a las universidades les tocará adecuarse aún más para no quedar a la zaga y competir por los créditos educativos. Ya muchas han decidido convertir la formación técnica y tecnológica en su oferta principal, y algunas han debilitado los pregrados universitarios para fortalecer posgrados por ser estos más rentables; se han creado programas a distancia paralelos a los presenciales; han reestructurado sus programas académicos profesionales para adaptarlos a la formación por ciclos propedéuticos, modalidad que permite que programas profesionales puedan competir en el mercado de la educación técnica y tecnológica.
Y detrás de todo esto se encuentra un negocio cuyo principal beneficiario es el Banco Mundial.
Recordemos que los recursos del Icetex, además de los que capta del presupuesto nacional y que se sustraen de la base presupuestal de las universidades oficiales, y los que derivan del cobro de cartera, proceden de empréstitos que otorga la banca extranjera con el aval del gobierno nacional. El último empréstito del Banco Mundial al Icetex asciende a 500 millones de dólares y fue firmado en el 2008 durante el gobierno de Álvaro Uribe. Con estos recursos, el anterior y el entrante gobierno avanzaron significativamente en el proyecto privatizador y de financiación de la demanda educativa, endeudando a unos 115 mil nuevos estudiantes en el 2010 y renovándole el préstamo para nueva deuda a unos 520 mil. De este modo el país queda hipotecado ante la banca internacional, aumentando su endeudamiento externo y a expensas de mayores imposiciones y arbitrariedades de los financistas internacionales. Y es también endeudamiento, porque son miles los estudiantes colombianos que ante el alza progresiva de las matrículas en universidades públicas y privadas, caen presos en la ya amplia red de deudores morosos del Icetex.
Frente a todo esto, los estudiantes colombianos, aclarando sus ideas y adoptando justa posición política, deberán organizarse y luchar junto al profesorado, los trabajadores universitarios y los demás estamentos del pueblo por una política educativa diferente a la de Juan Manuel Santos y el Banco Mundial, rechazando la demagogia de esta política de créditos educativos y la mascarada que oculta el verdadero talante de Santos, hombre neoliberal al servicio del capital financiero y de los enemigos de lo público.
Por una educación pública, de calidad y al servicio del interés nacional, ¡OCE presente!

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