Para referirse a la Reforma a la Justicia, impulsada por el presidente Juan Manuel Santos con lo más granado de su equipo de gobierno, valiéndose del poder arrollador de los partidos de la Unidad Nacional, el periódico El Espectador editorializó el pasado 22 de junio: “La locomotora de la impunidad”, cuyo titular desnuda de cuerpo entero que al parecer se conformó un concierto para delinquir en provecho de determinados sectores de la sociedad, de los cuales el propio presidente Santos es el Jefe Máximo. Esto lo puede concluir hasta el ciudadano más desprevenido si da lectura a un segundo editorial del periódico en mención, aparecido el pasado 25 de junio, que tituló: “El oscuro camino de una reforma”, en el cual explica las circunstancias del trámite de lo que terminó siendo un verdadero esperpento que atenta contra la población decente de este país.
Las gabelas entregadas a esos sectores oscuros del Congreso de la República, que terminarían convertidas en normas Constitucionales para todos los parlamentarios, rebosó la copa de la paciencia de la sociedad: la eliminación de la muerte política; la graduación de la pérdida de la investidura acabando con el régimen de inhabilidades; el aforamiento de los Secretarios de Senado y Cámara; el hecho de que la detención preventiva sólo se les aplicaría cuando se formule la resolución de acusación; la prohibición de las denuncias con anónimos que dio lugar a las investigaciones de la parapolítica; finalmente, el abrir las puertas para que los procesos penales vigentes queden anulados al determinar el cambio del juez del proceso, pasando las facultades de la Fiscalía a la Corte Suprema de Justicia, con lo cual se truncarían cerca de 1.500 procesos penales, con la consecuencia de la excarcelación de altos ex funcionarios del gobierno anterior, de los actuales y lógicamente del cuarenta por ciento de congresistas que se encuentran, investigados unos y condenados otros. Todo esto se convirtió en un toque de alarma para los colombianos; tan grave es el hecho que la misma noche en que se aprobó la Reforma Judicial, sin aún promulgarse en el Diario Oficial, el ex secretario general del ex presidente Uribe, Bernardo Moreno, cursó solicitud a la Fiscalía pidiendo su excarcelación. Todo esto con el silencio cómplice de las Altas Cortes, que en vista de que a sus magistrados les incrementaron el período de 8 a 12 años y, para que los actuales lo puedan disfrutar, les aumentaron la edad de retiro forzoso de 65 a 70 años, no han hecho un pronunciamiento de conjunto en defensa de la sociedad.
El descaro de la manguala “Santo-Uribista”, que en el fondo tienen los mismos intereses pero los diferencia la forma y las ansias de poder, provocó el levantamiento de la sociedad contra lo que puede parecer una especie de concierto para delinquir, resumido en el documento final con el cual además privatizan la Justicia; este último tema, la privatización, desafortunadamente no es tenido en cuenta por la mayoría de los analistas. Muchos críticos veníamos alertando al país desde hace más de dos años de las nefastas consecuencias de esta Reforma Judicial y sobre todo de la “jugada maestra” -al fin, jugador de póquer- planificada, calculada y orquestada por el propio presidente Santos, como lo han dejado en evidencia los congresistas de la Unidad Nacional. Esa sociedad movilizada por organizaciones sociales y partidos de oposición tomó la iniciativa de buscar los mecanismos para liquidar al “monstruo de Acto Legislativo”, tales como los plantones, resistencia civil, convocatoria de referendo revocatorio y demandas de inconstitucionalidad. La reacción fue enorme y el fruto se maduró con la “reculada” del presidente Santos, algo a lo que acostumbró al país cada que le descorren la máscara y le arrebatan la careta.
Pero ya quedó claro que el Jefe de esta manguala fue el propio presidente Santos, quien utiliza a funcionarios y congresistas como fusibles para quemarlos, antes que la corriente le deteriore la imagen reeleccionista; de ahí que haya salido, cuán inmaculado, a imponerles al Senado –por 73 votos- y a La Cámara de Representantes -117 votos- que hundieran su esperpento de Reforma a la Justicia; ahora sí le encontró los vicios de inconstitucionalidad y defectos de inconveniencia que acalló mientras la Sociedad estaba resignada. ¡Como quién dice: ahí les va el sablazo para ver si se lo aguantan! Ante estos hechos, la sociedad debe castigar al Gobierno de Santos y a los parlamentarios que se prestaron para asestar tremenda afrenta a la patria.
¡Presidente Juan Manuel Santos Calderón, le corrieron la máscara y le arrebataron la careta…Estás pillado…pillado...pillado!
Las gabelas entregadas a esos sectores oscuros del Congreso de la República, que terminarían convertidas en normas Constitucionales para todos los parlamentarios, rebosó la copa de la paciencia de la sociedad: la eliminación de la muerte política; la graduación de la pérdida de la investidura acabando con el régimen de inhabilidades; el aforamiento de los Secretarios de Senado y Cámara; el hecho de que la detención preventiva sólo se les aplicaría cuando se formule la resolución de acusación; la prohibición de las denuncias con anónimos que dio lugar a las investigaciones de la parapolítica; finalmente, el abrir las puertas para que los procesos penales vigentes queden anulados al determinar el cambio del juez del proceso, pasando las facultades de la Fiscalía a la Corte Suprema de Justicia, con lo cual se truncarían cerca de 1.500 procesos penales, con la consecuencia de la excarcelación de altos ex funcionarios del gobierno anterior, de los actuales y lógicamente del cuarenta por ciento de congresistas que se encuentran, investigados unos y condenados otros. Todo esto se convirtió en un toque de alarma para los colombianos; tan grave es el hecho que la misma noche en que se aprobó la Reforma Judicial, sin aún promulgarse en el Diario Oficial, el ex secretario general del ex presidente Uribe, Bernardo Moreno, cursó solicitud a la Fiscalía pidiendo su excarcelación. Todo esto con el silencio cómplice de las Altas Cortes, que en vista de que a sus magistrados les incrementaron el período de 8 a 12 años y, para que los actuales lo puedan disfrutar, les aumentaron la edad de retiro forzoso de 65 a 70 años, no han hecho un pronunciamiento de conjunto en defensa de la sociedad.
El descaro de la manguala “Santo-Uribista”, que en el fondo tienen los mismos intereses pero los diferencia la forma y las ansias de poder, provocó el levantamiento de la sociedad contra lo que puede parecer una especie de concierto para delinquir, resumido en el documento final con el cual además privatizan la Justicia; este último tema, la privatización, desafortunadamente no es tenido en cuenta por la mayoría de los analistas. Muchos críticos veníamos alertando al país desde hace más de dos años de las nefastas consecuencias de esta Reforma Judicial y sobre todo de la “jugada maestra” -al fin, jugador de póquer- planificada, calculada y orquestada por el propio presidente Santos, como lo han dejado en evidencia los congresistas de la Unidad Nacional. Esa sociedad movilizada por organizaciones sociales y partidos de oposición tomó la iniciativa de buscar los mecanismos para liquidar al “monstruo de Acto Legislativo”, tales como los plantones, resistencia civil, convocatoria de referendo revocatorio y demandas de inconstitucionalidad. La reacción fue enorme y el fruto se maduró con la “reculada” del presidente Santos, algo a lo que acostumbró al país cada que le descorren la máscara y le arrebatan la careta.
Pero ya quedó claro que el Jefe de esta manguala fue el propio presidente Santos, quien utiliza a funcionarios y congresistas como fusibles para quemarlos, antes que la corriente le deteriore la imagen reeleccionista; de ahí que haya salido, cuán inmaculado, a imponerles al Senado –por 73 votos- y a La Cámara de Representantes -117 votos- que hundieran su esperpento de Reforma a la Justicia; ahora sí le encontró los vicios de inconstitucionalidad y defectos de inconveniencia que acalló mientras la Sociedad estaba resignada. ¡Como quién dice: ahí les va el sablazo para ver si se lo aguantan! Ante estos hechos, la sociedad debe castigar al Gobierno de Santos y a los parlamentarios que se prestaron para asestar tremenda afrenta a la patria.
¡Presidente Juan Manuel Santos Calderón, le corrieron la máscara y le arrebataron la careta…Estás pillado…pillado...pillado!
0 comentarios:
Publicar un comentario