Oscar Gutiérrez Reyes, Manizales, enero 18 de 2012

En comunicado oficial publicado en su página Web y enviado a diversos medios de comunicación, la multinacional Gran Colombia Gold Corp expresa una serie de verdades a medias, es decir, una gran cantidad de mentiras que deben aclararse, a fin de proteger los intereses y defender los derechos de quienes habitan en Marmato.

Con el ánimo de trasmitir la sensación de que tiene casi resuelta la expulsión de los habitantes de Marmato, la multinacional asevera que “En el Proyecto Marmato, hay unos pocos títulos formales que resta adquirir, así como algunos mineros artesanales que deben mover sus operaciones”. Verdad a medias porque, si bien es cierto, la compañía ha adquirido un porcentaje importante de títulos mineros, también es cierto que lo ha hecho violando la legislación y de manera fraudulenta ya que la zona media y alta del Cerro del Burro, está destinada, por Ley, a la explotación por parte de pequeños y medianos mineros. Pero, además, es clara la voluntad de varios centenares de ellos de no vender sus títulos y menos aún de “mover sus operaciones” como alegremente afirma la compañía.

Más de 500 mineros, agrupados en la Asociación de Mineros Artesanales de Marmato, le ha señalado reiteradamente a la empresa extranjera y al gobierno nacional que no venden y no están dispuestos a permitir ni su desalojo ni el cierre de sus minas, así la minera esté tramitando, como lo viene haciendo -mediante el engaño y la intimidación-, acciones para obligarlos a abandonar o vender sus vetas.

La opinión pública debe conocer que la multinacional ha intentado sacar a la fuerza a los mineros de sus socavones e impetrado más de setenta amparos administrativos, para reclamar la propiedad sobre títulos que legalmente no le pertenecen y que, aceptados de manera venal por la autoridad minera, generaron un paro de los mineros artesanales y han incubado graves conflictos sociales en Marmato.

Es tan alevosa la minera que en el comunicado afirma: “La compañía también ha implementado un programa de entrenamiento medioambiental y de seguridad para los mineros artesanales, que no solamente servirá para mejorar de manera inmediata las condiciones medioambientales y en materia de seguridad en Marmato, sino que sentará las bases para que estos mineros artesanales estén disponibles para trabajar para la compañía en su mina a cielo abierto en Marmato una vez construida esta.”

Sin siquiera ser propietarios del suelo -que también miles de marmateños han afirmado no le venden-, sin poseer los títulos mineros necesarios para el desarrollo de una minería a cielo abierto, sin cumplir con los trámites de licencia ambiental y, menos aún, sin contar con la voluntad de comunidades indígenas y afros asentadas en la zona desde tiempos ancestrales y que deben ser consultadas, la compañía pretende imponer su decisión de construir una explotación minera a cielo abierto.

Ofrece también quedarse con las vetas y convertir en obreros asalariados a quienes hoy son propietarios de minas y, a más de lo anterior, desalojarlos de sus viviendas, acabar sus negocios, destruir sembrados y echar por tierra toda la cabecera municipal, como explica en el comunicado: “Para que la Compañía construya la operación a cielo abierto en Marmato, la actual ciudad de Marmato tendrá que mudarse y los residentes existentes tendrán que ser reubicados en áreas cercanas, incluso la ciudad de El Llano, aproximadamente a 1,5 km de distancia.”. Y, más adelante afirma que la compañía pretende derribar aproximadamente “203 casas en el pueblo de Marmato (1.370 en la ciudad y sus alrededores) desplazando “una población de 749 personas (5.424 en la ciudad y sus alrededores)

Las afirmaciones de la cúpula de la Gran Colombia Gold le servirán para engañar accionistas canadienses, captar jugosos recursos económicos para la exploración y para ejecutar su política de compra, engaño, intimidación y desalojo pero nunca, semejante política le servirá para que quienes tienen raíces y aman su terruño den su brazo a torcer.

Por el contrario, quienes habitan el Cerro del Burro y sus alrededores están indignados, rechazan los procederes de la empresa extranjera y oponen resistencia para conservar su pueblo, viviendas, sembrados, minas, usos y costumbres. Como dice el adagio popular: están ensillando las bestias, sin tenerlas. Y, la multinacional puede estar segura de que miles de marmateños nunca, le venderán sus bestias.

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